lunes, 31 de agosto de 2020

ESPECIALIZACIONES EN QUIMICA VERDE

Los estudios de posgrado en química sostenible en España

"Los químicos tienen como responsabilidad profesional servir al interés público, al bienestar y al avance del conocimiento científico. Los químicos deben preocuparse de la salud y el bienestar de sus compañeros, consumidores y la comunidad. Los químicos deben comprender y anticiparse a las consecuencias medioambientales de su trabajo. Los químicos tiene la responsabilidad de evitar la polución y de proteger el medioambiente" (Código de conducta de la American Chemical Society1).

La química está presente en cada una de nuestras actividades diarias y en todos y cada uno de los objetos que nos rodean. De modo cotidiano, la química está en contacto con cada uno de nosotros, es una ciencia que nos ayuda a alimentarnos, a vestirnos, a desplazarnos, a sanar enfermedades. A alojarnos e incluso nos entretiene (los CD, los DVD, etcétera, están fabricados con productos químicos). La química participa de un modo directo e inevitable en cada una de las etapas de obtención de un determinado producto o material, desde su diseño inicial hasta su adquisición por el consumidor. Por tanto, la repercusión de la química en la vida de los ciudadanos es muy grande. La química es una ciencia central que crea sus propios objetivos. Algunos materiales como los plásticos, que han cambiado el mundo en el siglo XX y lo seguirán haciendo en el siglo XXI, no existían antes de que un químico los preparara por primera vez.

La mayoría de los compuestos y materiales que intervienen en nuestra vida han sido preparados a través de procesos industriales en los que interviene la química. Durante décadas estos procesos se han realizado sin tener en cuenta su repercusión en el medio ambiente, siendo en muchos casos muy contaminantes.

Es cierto que la mayoría de la contaminación no proviene de las industrias químicas (figura 1). Sin embargo, en muchos de los accidentes están implicados productos químicos en cualquier etapa de la producción o transporte (figura 2) y la mayoría de las fuentes de contaminación son productos químicos.



  

Muchos agentes contaminantes son sintéticos y se vierten al medio ambiente de manera continua por las industrias; pérdidas de fluidos o materiales residuales que se vierten a los medios acuosos naturales. Una proporción importante de los productos químicos diseminados en el medio ambiente son vertidos por otras actividades humanas que utilizan productos químicos: agricultura, industria textil, construcción, automóvil, limpieza, farmacéutica, etcétera.

Las leyes medioambientales han aumentado de manera exponencial en los últimos años (figura 3). Sin embargo, la mayoría de ellas se han basado en prevenir el vertido de sustancias tóxicas en el medio ambiente, es decir, en el reciclado, tratamiento y eliminación de residuos, en criterios económicos y de ingeniería. Este aumento exponencial ha provocado también un aumento en los costes de producción industrial.




En Estados Unidos, la Pollution Prevention Act (Acta de Prevención de la Contaminación) de 1990 estableció la reducción de los vertidos como la mayor prioridad para resolver los problemas medioambientales. A raíz de esta ley se produce un movimiento desde la idea de "control" de los problemas medioambientales hacia la "prevención" como la estrategia más efectiva, es decir, un enfoque basado en prevenir la formación de residuos desde el origen. En este sentido la Pollution Prevention Act puede considerarse como el primer precursor de la química sostenible.

La última normativa general es la normativa REACH (por las siglas en inglés de Registration, Evaluation, Authorisation and restriction of CHemical substances) que entró en vigor en Europa en 2007 y pretende la regulación de los productos químicos y su uso de manera segura. Tiene en cuenta el registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias químicas.

La química sostenible (Green Chemistry) puede definirse como el diseño de productos químicos y procesos que reducen o eliminan el uso y generación de sustancias nocivas. El término Green Chemistry fue introducido por Anastas y Warner (Anaastas, 1998) y describe los esfuerzos de los químicos para desarrollar procesos y productos que prevengan la contaminación y que sean seguros tanto para los seres humanos como para el medio ambiente. Los 12 principios enunciados por Anastas y Warner son ya un clásico de la química.

El desarrollo de la química sostenible en los últimos 10 años ha sido espectacular. Se han creado instituciones en todo el mundo (ACS Green Chemistry Institute, EEUU; Monash University Centre for Green Chemistry, Australia; Green & Sustainable Chemistry Network, Japan; Green Chemistry Network, Royal Society of Chemistry, Reino Unido), los Presidential Green Chemistry Awards en EEUU y revistas científicas entre las que hay que destacar la revista Green Chemistry creada en 1999 por la Royal Society of Chemistry (índice de impacto 4,836 en 2007) a la que hay que sumar las revistas ChemSusChem y Green Chemistry Reviews and Letters publicadas desde 2008 por Wiley y Taylor & Francis respectivamente.

La industria química también se ha posicionado a favor de la química sostenible ya que además de las ventajas medioambientales, como la reducción de residuos o la seguridad, la química sostenible supone también un considerable ahorro en el tratamiento y eliminación de residuos. Por ello, la creación de la Plataforma Tecnológica de Química Sostenible (SUSCHEM) a nivel europeo y también en España (SUSCHEM España) revela que el sector industrial ha asumido los planteamientos de la química sostenible como una necesidad fundamental para su trabajo futuro. En los próximos años no habrá industria química en Europa si no se adapta a los conceptos y principios de la química sostenible. Este hecho se hará cada vez más patente conforme progrese la implantación de una normativa común europea, en particular con la puesta en marcha del REACH, que generará un contexto legal que hará inviable cualquier otra alternativa.

La educación en química sostenible (Química Verde) representa un auténtico desafío a nivel mundial para nuestro futuro próximo y requiere la participación de actores muy diferentes. Entre éstos, cabe considerar a los gobiernos, a las universidades, a los centros de investigación, a las propias industrias, a las agencias no gubernamentales, a los medios de comunicación, etcétera. Sin embargo, parece claro que, en este ámbito, son los químicos y los ingenieros químicos, en particular aquellos que están involucrados en actividades educativas, los que deben jugar un papel primordial. De acuerdo con ello, se requiere que las instituciones educativas, y muy particularmente las universidades, realicen un esfuerzo importante en este campo de modo que sean capaces de educar a los formadores en química sostenible y preparar adecuadamente a los investigadores y profesionales, presentes y futuros, que están actualmente o estarán en el futuro involucrados en la química del siglo XXI.

Actualmente los libros de texto de química orgánica, ni siquiera los de síntesis orgánica, no utilizan los conceptos de la química sostenible. En muchas ocasiones se omiten los productos secundarios y concomitantes de las reacciones e incluso el disolvente empleado o la concentración. A pesar de su utilidad sintética y medioambiental, la economía atómica no se trata como un componente necesario para comprender las reacciones. Solamente la catálisis está presente de modo general pero por su eficacia sintética y no desde el punto de vista medioambiental.

Sin embargo las próximas generaciones de científicos deben ser entrenados en las metodologías, las técnicas y los principios generales de la química sostenible. Es una demanda de la industria cada vez más importante.

La educación en química sostenible debe incluir actividades a niveles muy diferentes. Los conceptos generales de sostenibilidad y de química sostenible deben presentarse al público en general de una manera simplificada y comprensible a través de los medios de comunicación. Igualmente, algunos de estos conceptos deben introducirse en los niveles preuniversitarios de enseñanza, lo que, lógicamente, requiere una formación específica de los educadores en los distintos niveles de la misma. Si consideramos la formación de los profesionales de la química, resulta evidente que dichos conceptos deben introducirse, aunque también de una forma relativamente simplificada, en los currícula de grado en las universidades. Por otro lado, la celebración de cursos de verano en Química Verde o química sostenible juega también un papel importante a la hora de introducir en este campo a los estudiantes recién graduados o en las últimas etapas de sus estudios de grado, dándoles una visión general pero más profunda del área.

Varias sociedades químicas han asumido el reto y lideran los proyectos educativos en este campo con el desarrollo de libros de texto (Lancaster, 2003; Doxsee, 2004), casos estudiados, experimentos de laboratorio (Proyecto NOP, Leadbeater, 2007, Roesky, 2009), cursos de verano del "Interuniversity National Consortium 'Chemistry for the Environment'" (INCA), herramientas docentes y de laboratorio (Proyecto Beyondbenign), simposios educacionales, etcétera.

Sin embargo, parece claro que el esfuerzo educativo fundamental tiene que producirse al nivel del posgrado. Por un lado, se requiere la elaboración de cursos de formación muy focalizados sobre temas específicos dirigidos a los profesionales actuales que necesitan conocer con detalle, de modo inmediato, algún elemento muy definido dentro de este ámbito. Por otro lado, la preparación de profesionales de la química con una alta preparación y cualificación en el área de la química sostenible requiere la elaboración de los curricula correspondientes que lleven a la obtención del grado de Máster en Química Sostenible e igualmente al grado de Doctor en Química Sostenible.

En los últimos años se han desarrollado los primeros programas de grado de química sostenible y los primeros Máster en Química Sostenible especialmente en el Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Japón.

En España en el año 2002 se crea la Red Española de Química Sostenible (REDS) como un consorcio de investigadores de varias universidades y centros de investigación, con los siguientes objetivos:


• Promover el conocimiento, la educación y la investigación en Química Verde, así como su uso y aplicación industrial.

• Potenciar la cooperación entre sus miembros, el impulso de iniciativas comunes, el intercambio de experiencias y conocimientos para el desarrollo, difusión y aplicación industrial de la Química Verde.

• Fomentar la relación con otras organizaciones e instituciones científicas, así como departamentos, agencias y administraciones gubernamentales.

• Presentar proyectos cooperativos de investigación a los diferentes programas públicos de ámbito estatal, europeo e internacional.

• Diseminar la capacidad de investigación e innovación de sus miembros hacia la comunidad científica mediante la participación y organización de conferencias, cursos, jornadas y escuelas de verano.

• Promover la transferencia de tecnología mediante reuniones entre centros de I+D y empresas (brokerage events).

Desde entonces se han establecido varios proyectos conjuntos de investigación, la REQS participa activamente en la plataforma SusChem España.

También se ha encargado de la difusión de la química sostenible a través de la Jornadas de Química Verde.

En cuanto a la docencia universitaria, se han organizado cursos de verano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y Universidad Internacional de Andalucía.

Finalmente desde el año 2003 la Red organiza el Programa de doctorado interuniversitario en química sostenible que ha obtenido la mención de calidad de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) desde la primera convocatoria en el curso 200304 hasta el curso 200809, siendo una de las primeras iniciativas de este tipo a nivel mundial y uno de los primeros programas de doctorado en conseguir la mención de calidad.

Los objetivos docentes que se persiguen con los programas de posgrado en química sostenible son los siguientes:


• Definir la química sostenible y dar una visión de los desarrollos históricos que han dado lugar al desarrollo de la misma y de otros descubrimientos asociados.

• Establecer los principios de la química sostenible y definir su implementación en la práctica de los procesos químicos industriales.

• Definir las herramientas y las áreas generales de trabajo de la química sostenible. Se presentan las siguientes áreas: i) Empleo de materiales de partida renovables, ii) Economía atómica, iii) Empleo de disolventes más limpios (disolventes en condiciones supercríticas, química en agua, reacciones sin disolvente, etcétera), iv) Condiciones de reacción alternativas (microondas, electroquímica), v) Catálisis: catalizadores ácido-base, catalizadores redox, imprinting de catalizadores sólidos etcétera, vi) Biocatálisis: procesos catalizados por enzimas o células enteras, empleo de organismos modificados genéticamente, vii) Fotoquímica y fotocatálisis y viii) Polímeros biodegradables y su uso en procesos químicos.

• Reconocer la toxicidad/peligro como una propiedad física/ estructural que puede ser diseñada y manipulada.

• Presentar ejemplos de Procesos Industriales donde se cumplen los principios de la química sostenible.

• Familiarizarse con las tendencias actuales de la química verde para poder realizar un análisis crítico sobre el "grado de cumplimiento" de los postulados de la química sostenible en un determinado proceso industrial.


De acuerdo con estos objetivos, las competencias profesionales mínimas que deben alcanzar los estudiantes implican poseer un conocimiento avanzado de los conceptos generales arriba reseñados de química sostenible, así como de las principales técnicas y metodologías implicadas. Aunque el estudiante pueda haber realizado una intensificación específica en alguna de dichas técnicas y metodologías, se espera que al acabar sus estudios disponga al menos de un conocimiento suficiente de la mayor parte de ellas.





VEAMOS UN EJEMPLO


EL GRUPO INKEMIA Y SU CONOCIMIENTO EN QUÍMICA VERDE A SU SERVICIO

En 1997 InKemia IUCT group creó el primer programa en Química Verde en España. Tres años más tarde accedió a la Red Internacional del Green Chemistry Institute como delegación española, formando en 2003 parte del Consejo Gestor del mismo. Ese mismo año InKemia IUCT group devino miembro cofundador de la Red Española de Química Sostenible. En 2004 estableció el consorcio industrial europeo SOLVSAFE y en 2005, InKemia IUCT group fue designado miembro del Consejo Gestor de la Plataforma Española de Química Sostenible. Entre los años 1999 y 2013 InKemia IUCT group ha organizado la Green Chemistry Conference y desde su constitución ha participado en consorcios público-privado para ejecutar proyectos de investigación bajo estos principios.


Productos y procesos desarrollados por IUCT:
  • Biodiésel de segunda generación (IUCT-S50) (patentado)
  • Nuevos disolventes verdes – Biblioteca con más de 200 disolventes verdes
  • Aplicaciones industriales de los disolventes verdes en síntesis química de principios activos farmacéuticos
  • Aplicaciones industriales de los disolventes verdes en desengrase de metales (patentado)
  • Aplicaciones industriales de los disolventes verdes en formulaciones de pinturas
  • Síntesis de Pigmentos azoicos libres de PCB
  • Nuevas síntesis patentadas de principios activos (Pimozide y Loperamide)
  • Síntesis biotecnológica de menadiona (Vitamina K)
  • Nuevos antioxidantes industriales verdes
  • Nuevos conservantes industriales verdes
  • Acilaciones de Friedel-Crafts para principios activos Green
Durante estos años Inkemia ha colaborado con la industria y entre los éxitos conseguidos se encuentran:
  • Cosmética: mejora de una formulación por sustitución de un componente por un producto “verde” aportando también ventajas funcionales.
  • Química: estudios de sustitución/aplicación de disolventes verdes para diferentes industrias como pinturas y barnices, desengrase de metales, agroquímica y química fina.
  • Química Fina: Optimización de los procesos de síntesis de principios activos farmacéuticos por eliminación/sustitución de disolventes por alternativas verdes y/o aplicación de la biocatálisis en la síntesis (antivirales, antitumorales, etc).
  • Industria Química: Desarrollo de productos biodegradables (pelota de golf).
En el año 2016 Inkemia IUCT group materializa su firme compromiso con la química verde creando su primera filial en USA especializada en química verde, Inkemia Green Chemicals contando como Presidente del Consejo Científico con Paul Anastas, considerado el padre de la química verde.

¿Cómo pueden Inkemia y la química verde ayudar a su compañía?

InKemia IUCT group dispone de una de las más amplias bibliotecas de productos químicos verdes funcionales. Su diversidad ha sido cuidadosamente diseñada para cumplir con las especificaciones técnicas de las diferentes aplicaciones requeridas en diversos sectores.

Entre las muchas soluciones que desde la química verde podemos ofrecer a su compañía se encuentra:

Mejoras en las formulaciones cosméticas, farmacéuticas, complementos alimenticios, etc.
  • Aportando soluciones más inocuas para las personas
  • Mejorando funcionalidad
Optimización de procesos químicos/Rediseño de síntesis:
  • Eliminación / sustitución de disolventes por disolventes verdes
  • Uso de reactivos más seguros
  • Minimización de etapas sintéticas y aislamientos

Biotecnología industrial
  • Síntesis química mediada por microorganismos
  • Construcción y expresión genética
  • Producción de biomoléculas
  • Análisis bioinformático
  • Procesos fermentativos
Prevención de la contaminación
  • Reducción de la generación de subproductos tóxicos y peligrosos
  • Procesos sin generación de sales
  • Procesos sin disolvente

Todo ello convierte a Inkemia IUCT en el socio ideal para encontrar soluciones “verdes” a sus necesidades.

Referencia:  Ejemplo de empresas aplicando la Química Verde https://www.inkemia.com/

TIEMPO DE CAMBIOS

Como producto de la actividad industrial desarrollada desde finales del siglo XIX (en los inicios de la Revolución Industrial) y durante todo el siglo XX, el ser humano logró un incremento en su calidad de vida, el cual lamentablemente también implicó un gran deterioro del medio ambiente, debido a que se generaron graves problemas de contaminación, sobre todo en el último cuarto del siglo XX. Para tratar de resolver estos problemas de contaminación se propuso el programa de Química Verde, cuyo principal objetivo era hacer una química más benigna con el medio ambiente, y a través del cual se pretenden desarrollar procedimientos sintéticos benignos con este último (Marteel-Parrish, 2007).

Este programa toma en cuenta los problemas de generación de residuos (los intenta minimizar más que tratarlos) y sobre todo procura recuperar las materias primas para poderlas volver a utilizar (Uffelman, 2007). Algo que es un hecho, es que nadie puede juzgar los problemas involucrados en los procesos químicos de una mejor manera que los propios científicos del área. Esto significa que solamente un químico bien entrenado, independiente y responsable es quien deberá establecer las políticas ecológicas, y no los políticos, ya que estos últimos son los que tienden a reaccionar con exageración a los escándalos sobre la contaminación, sin un conocimiento profundo del problema. Ninguna de las soluciones a los problemas ecológicos para el siglo pasado (siglo XX) provino de políticos, incluyendo las propuestas de los partidos autodenominados ecologistas. Siempre han sido los científicos químicos en activo, quienes han cambiado los productos y los hábitos conforme surgen los problemas. Un ejemplo de lo anterior es el programa de Química Verde, que se desarrolló a finales del siglo XX, y el cual fue propuesto originalmente en los Estados Unidos de Norteamérica (Warner and Anastas, 2000), y que en la actualidad también se aplica en la Unión Europea, así como en otras partes del mundo. Esta estrategia, que se ha aplicado tanto a nivel educativo, como a nivel científico e industrial, busca implementar buenas prácticas en la síntesis de compuestos químicos. La propuesta consta de 12 principios, los cuales fueron planteados por Paul Anastas, quien entonces se encontraba trabajando en la EPA (Agencia de Protección Ambiental, por sus siglas en inglés) y por John C. Warner (Universidad de Massachusetts, Lowell) (Anastas and Warner, 2000). Estos principios son una guía que ayuda a explicar y aplicar lo que significa la definición de la Química Verde (Fuhrhop and Li, 2003).

Estos 12 principios proporcionan un marco de referencia para que los químicos puedan aplicar la filosofía de la química verde, y los cuales son los siguientes:
  • Prevención en la generación de residuos.
  • Maximizar la economía atómica.
  • Síntesis empleando sustancias no tóxicas.
  • Diseño seguro, con productos químicos eficaces y de poca toxicidad.
  • Evitar el uso de sustancias auxiliares.
  • Eficiencia energética.
  • Uso de materias primas renovables.
  • Reducción de derivados.
  • Catálisis: se emplearán catalizadores lo más selectivos posibles.
  • Degradación limpia para que los productos químicos no persistan en el medio ambiente.
  • Análisis (monitoreo) continuo de contaminación.
  • Seguridad intrínseca y prevención de accidentes.
Cuando un químico toma en cuenta estos principios, él mismo favorece al medio ambiente y a la larga se pueden disminuir los gastos económicos de las compañías al reducir el costo que implica el control de la contaminación y la cantidad de energía utilizada. Esta propuesta cae dentro de un concepto más amplio como lo es la sustentabilidad (desarrollo sustentable o sustentabilidad ecológica) (León-Cedeño, 2008-2009).

En los procesos sintéticos, el pilar fundamental de esta propuesta es la catálisis (Trost, 1995, 2002). Los requerimientos de energía, la cantidad de residuos, y el número de pasos en los procesos de aislamiento y purificación, todos son minimizados al incrementar la selectividad de las reacciones catalizadas. Las reacciones en las que se forman enlaces carbono-carbono utilizando paladio como catalizador (por ejemplo las reacciones de Heck (1968), de Noyori (1987) y de Suzuki (1995)) son estrategias que se aplican con éxito en esta dirección y las cuales ya se aplican con tanta frecuencia como es posible tanto en los laboratorios de investigación como en la industria (Aktoudianakis, et al., 2008).

Además, los procesos sintéticos deben ser átomo eficientes, esto es, que la mayor parte de la masa de los reactivos quede incorporada en la masa de los productos. Además, los reactivos deberán ser lo más simples como sea posible. Se han propuesto varias maneras de cuantificar qué tan verde es un proceso, como por ejemplo midiendo su eficiencia atómica, una propuesta hecha por Barry Trost de la Universidad de Stanford (Trost, 1995, 2002; Andraos and Sayed, 2007). La economía atómica se define por la siguiente relación (ecuación 1).



Un ejemplo para ilustrar lo anterior se encuentra en una modificación hecha por la Compañía Shell Corporation para obtener el metacrilato de metilo (3) (esquema 1), el cual es el precursor utilizado para la fabricación del polimetacrilato de metilo, también llamado vidrio orgánico y que tiene las marcas registradas de Plexiglas y Lucite. La primera síntesis utiliza como materia prima a la acetona (1), la cual se hace reaccionar con cianuro de sodio en presencia de un catalizador ácido para formar la cianohidrina de la acetona (2), la cual al reaccionar con metanol en presencia de ácido experimenta una reacción de deshidratación y conversión del nitrilo en el éster metílico, formando el compuesto (3). Todo el proceso tiene una economía atómica del 47%.


En el proceso de la Compañía Shell Corporation para obtener el metacrilato de metilo, la economía atómica es muy baja, debido a que el ácido cianhídrico y el ácido sulfúrico se utilizan en cantidades estequiométricas (Sheldon, 1997).

En la síntesis modificada haciendo uso de los principios de la Química Verde, se hace uso de un proceso catalítico. En este proceso, se utiliza como materia prima el propino (4), el cual se hace reaccionar con monóxido de carbono (5) y metanol (6), en presencia de paladio metálico como catalizador (esquema 2). Este proceso tiene una economía atómica del 100%, ya que todos los átomos de los reactivos quedan incorporados en el producto final (Sheldon, 1997).


.
Los compuestos químicos que tienen usos domésticos e industriales siempre deberán ser biodegradables, así como lo deberían de ser los intermediarios en sus propias síntesis químicas, principio 10 de la Química Verde (Robert and Aubrecht, 2008).

Otros de los principios de la Química Verde (principios 3 y 5) implican eliminar o bien reemplazar los disolventes orgánicos por el agua o por fluidos supercríticos, en particular el dióxido de carbono (CO2). Este último no sólo se ha utilizado como disolvente en la industria de la limpieza en seco (tintorerías) sino que en general el CO2 puede sustituir a los disolventes clorados (Hitzler, 1997). Sin embargo, el agua es con mucho el principal disolvente de elección en la síntesis no covalente y su uso se ha incrementado en la síntesis covalente (Sobral, 2006; Sauvage and Delaude, 2008; Aktoudianakis, et al., 2008).

Los objetivos concretos que se persiguen son los siguientes:

  1. Que el alumno conozca estas nuevas técnicas para llevar a cabo reacciones químicas.
  2. Hacer más sencillos los experimentos, al eliminar el uso de disolventes (aplicando el principio 5 de la Química Verde), además las reacciones se llevan a cabo a temperatura ambiente, con lo cual se evita el calentamiento a reflujo y de esta manera se elimina o disminuye el consumo de energía (aplicando el principio 6 de la Química Verde).


12 PRINCIPIOS

Química verde – los retos del lado más verde de la química | Coloide


Química verde: un nuevo enfoque para el cuidado del medio ambiente

La sociedad global actual está íntimamente relacionada con los productos químicos y sus procesos. Debido a estos lazos y porque se conocen bien algunas de las interacciones adversas que muchos de ellos han tenido en el medio ambiente, la química está directamente relacionada con la declaración de Río de 1992 sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que en el principio 1 proclama que los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sustentable. Los seres humanos tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.

La sustentabilidad de nuestra civilización depende de si podemos suministrar fuentes de energía, alimentos y productos químicos a la creciente población sin comprometer la salud de nuestro planeta a largo plazo. El desarrollo de las herramientas para lograr esos objetivos es un gran reto científico, tecnológico y social.

La industria química, los gobiernos, la academia y las organizaciones no gubernamentales han tomado diferentes medidas para enfrentar el reto de la interfase entre la química y la sustentabilidad. Entre ellas se encuentran la Iniciativa Global para el Cuidado Responsable del Consejo Internacional de Asociaciones Químicas, las conferencias sobre química sustentable de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y diversas leyes y convenios internacionales para la regulación de los productos y procesos químicos.

Uno del los conceptos más atractivos en química para lograr la sustentabilidad es la Química Verde, cuyo objetivo es la utilización de un grupo de principios que reducen o eliminan el uso o generación de sustancias peligrosas en el diseño, manufactura y aplicaciones de productos químicos, lo que en muchos casos implica el rediseño de los productos y procesos utilizados.

Los principios de la Química Verde

Los 12 principios de la Química Verde, originalmente definidos por Anastas y Warner (1988) se han aplicado en el desarrollo de una amplia gama de productos y procesos cuyo objetivo ha sido minimizar los riesgos a la salud y al medio ambiente, reducir la generación de desechos y prevenir la contaminación. A continuación se hará una revisión de estos principios, con algunos ejemplos, adelantos y retos por resolver. En algunos casos se utilizarán síntesis, productos o procesos que han sido ganadores del Programa Presidencial de Premios a los Retos de la Química Verde, que otorga la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (US EPA).

1. Prevención

Es preferible evitar la producción de un residuo que reciclarlo, tratarlo o disponer de él una vez que se haya formado.

2. Economía atómica

Los métodos de síntesis deberán diseñarse de manera que se incorporen al máximo los reactivos en el producto final, minimizando la formación de subproductos, lo que favorece también al principio 1.

La economía atómica se refiere a la relación del peso molecular del producto de una reacción o proceso respecto a la suma de los pesos moleculares de todos los reactivos utilizados.


La economía atómica depende de la naturaleza intrínseca de cada reacción. Por ejemplo, una reacción tipo Diels-Alder tiene 100% de economía atómica:


En cambio, la reacción de Wittig tiene una economía más baja:


El uso principal de este parámetro es adaptar la secuencia de reacciones de una síntesis de forma que las transformaciones con baja economía atómica se limiten al mínimo, para evitar la generación de subproductos que deberán separarse, y eventualmente tratarse o disponerse (principio 1).

Por ejemplo, el poli(metacrilato de metilo) se utiliza en la fabricación de resinas y plásticos. La síntesis tradicional del monómero —metacrilato de metilo— usa como reactivos acetona y cianuro de hidrógeno, seguidos por la hidrólisis ácida y la esterificación como se indica a continuación:


La economía atómica es del 75%.

La síntesis verde indicada a continuación tiene una economía atómica de 97.7%:


La preparación aceptable de un compuesto orgánico implica, no sólo una reacción relativamente eficiente, sino también la facilidad de su aislamiento y purificación a partir de la mezcla de reacción. Por ello, se han definido otros parámetros, como los siguientes (Curzons, et al., 2001):

• Eficiencia de masa, que toma en cuenta el rendimiento de la reacción:


• Intensidad de masa, que también toma en cuenta la masa del disolvente utilizado:


• Factor ambiental (factor E), donde el parámetro importante está relacionado con los desechos generados (Sheldon, 2007):


En general, el factor E está relacionado con el tipo de industria, como se indica en la siguiente tabla (tabla 1):


• Cociente ambiental, se obtiene al multiplicar el factor E por un factor Q que refleja la naturaleza de los residuos y su impacto ambiental. Por ejemplo, el NaCl tiene un valor Q = 1, mientras que los metales pesados pueden tener un valor de Q = 100-1000. Para asignar el factor Q se toman en cuenta: la ecotoxicidad, la capacidad de afectar la capa de ozono o de causar efecto invernadero, la capacidad de causar la acidificación de suelos o agua, potencial de eutroficación, degradabilidad, etc.

• Ecoescala, que evalúa reacciones a escala de laboratorio y cubre un rango amplio de condiciones y técnicas utilizadas en la química orgánica, como el precio de los reactivos, su peligrosidad, el equipo necesario, la temperatura y el tiempo de reacción, las condiciones de aislamiento y purificación del producto (Van Aken, 2006).

• Análisis del ciclo de vida (de la cuna a la tumba), metodología que toma en cuenta todas las etapas del ciclo de la vida de un producto químico, así como los impactos ambientales de los productos secundarios, solventes, servicios auxiliares, etc. utilizados durante su vida.

Sus elementos son:

• Materias primas.

• Formulación, manufactura y procesamiento.

• Empaque y distribución.

• Uso del producto.

• Reuso, reciclado, disposición.

Por ejemplo, para analizar el ciclo de vida de un solvente específico, se debe considerar y cuantificar el uso de recursos no renovables para su producción, su toxicidad, capacidad de degradación biótica o abiótica y otros impactos ambientales debidos a su uso, la emisión de gases contaminantes debidos a su incineración o el uso intensivo de energía, si se destilan para recuperarlos (Anastas y Lankey, 2000; Clark, 2006a; Kümmer, 2007).

Una propuesta interesante más reciente (Augé, 2008) puede aplicarse a reacciones sencillas y secuencias de reacciones e integra algunos de los parámetros anteriores.

3. Uso de metodologías que generen productos con toxicidad reducida

Siempre que sea posible, los métodos de síntesis deberán diseñarse para utilizar y generar sustancias que tengan poca o ninguna toxicidad, tanto para el hombre como para el medio ambiente.

Dos ejemplos de este principio incluyen reacciones que utilizan fosgeno, y que han sido modificadas para utilizar reactivos con poca toxicidad.

• La síntesis de policarbonato, que tradicionalmente se lleva a cabo a partir de bisfenol A con fosgeno; la opción verde incluye difenilcarbonato (figura 1):


• La síntesis tradicional de dimetilcarbonato, que se utiliza como agente alquilante, también utiliza fosgeno:


Se han propuesto las siguientes síntesis verdes:


4. Generar productos eficaces pero no tóxicos

Los productos químicos deberán ser diseñados de manera que mantengan la eficacia a la vez que reduzcan su toxicidad.

El diseño de productos químicos supone un propósito de aplicación con el que se debe evaluar su desempeño. Sin embargo, tan importante como este aspecto es su impacto potencial en la salud humana y en el medio ambiente. Los tres aspectos deben tener la misma importancia en la evaluación, que debe llevar a la elección de un producto, donde los aspectos económico, social y ecológico permiten tomar una decisión sustentable.

Un ejemplo es el óxido de tributil estaño, un producto antiadherente utilizado en pinturas para evitar la incrustación de organismos en superficies metálicas, por ejemplo, en los barcos. Es un compuesto con vida media en el agua de mar superior a seis meses, su capacidad de bioconcentración (es decir, la capacidad de incrementar progresivamente la cantidad que se acumula en los tejidos de algún organismo vivo sin causarle un daño) es alta (104) y causa toxicidad crónica, por lo que afecta mucho a la fauna marina.

El compuesto que lo ha sustituido es el Sea-Nine™ (4,5-dicloro-2-N-octil-4-isotiazolin-3-ona), que no provoca toxicidad crónica y sufre una rápida biodegradación para generar productos no tóxicos (vida media < 1 h) y su capacidad de bioconcentración es baja (13). Esta sustancia fue desarrollada por Rohm and Haas y fue ganadora del Programa Presidencial de Premios a los Retos de la Química Verde en 1996.


En general, un producto más seguro significa que es menos tóxico. Sin embargo, en el diseño de la funcionalidad de un producto debe incluirse su facilidad y rapidez de degradación ya que los productos químicos no siempre se degradan total-mente hasta CO2, agua y sales inorgánicas. Si la entrada al medio es mayor que su degradación, habrá una cierta cantidad presente y el compuesto será pseudo-persistente. Los productos que resisten la biodegradación permanecen disponibles a la biota para ejercer su acción tóxica, no siempre de forma conocida o predecible. Los compuestos químicos persistentes que se bioacumulan son de mayor preocupación porque los niveles de concentración que se consideran no riesgosos desde el criterio de una toxicidad aguda, pueden resultar en una toxicidad crónica. Por lo tanto, la tratabilidad de los efluentes que contienen los productos y que pueden llegar al medio ambiente puede mejorarse con un diseño molecular responsable.

La biodegradabilidad de un compuesto está en función, no sólo de su estructura, sino también de las condiciones de exposición, es decir, el tipo de condiciones presentes en el medio ambiente, el tipo de tratamiento, las pruebas de laboratorio que la determinan, etc.

Las siguientes características moleculares aumentan la resistencia a la biodegradación: la presencia de halógenos —especialmente el flúor y el cloro si hay tres o más en una molécula pequeña—; la ramificación de cadenas alifáticas; los carbonos cuaternarios; las aminas terciarias; los grupos nitro, nitroso, azo y arilamino; los residuos policíclicos —especialmente si tienen más de tres anillos fusionados—; los residuos heterocíclicos —por ejemplo el anillo imidazol—; los grupos éter —excepto los etoxilatos.

Por otro lado, las características estructurales que aumentan la biodegradabilidad son los grupos lábiles a la hidrólisis enzimática, en especial los ésteres y las amidas, los átomos de oxígeno presentes en alcoholes, aldehídos, ácidos carboxílicos y algunas cetonas, pero no los éteres, las cadenas alquilo lineales y los grupos fenilo.

En el área de la ecotoxicología se han hecho generalizaciones para reducir la toxicidad acuática. En muchos casos, los cambios de estructura química o propiedades que reducen la toxicidad también reducen la biodegradabilidad: el aumento en el peso molecular, el aumento de impedimento estérico en el sitio activo, incluir grupos voluminosos o grupos hidrofílicos, como grupos sulfonato o ácido carboxílico. Así, las aminas primarias son ecotóxicas, pero se degradan con facilidad en suelo o agua. Es posible reducir la toxicidad modificando la estructura sin aumentar la persistencia en el medio ambiente. Entonces un producto verde no sólo es menos tóxico, sino también más biodegradable (Boethling et al., 2007).

Desde el punto de vista del análisis del ciclo de vida de los productos, es interesante el siguiente caso referido a los pesticidas, que ejemplifica la complejidad que puede tener el diseño de compuestos benignos.

Entre los primeros insecticidas exitosos se encuentran el dicloro difenil tricloroetano (DDT) y otros compuestos orgánicos halogenados, como los clordanos (aldrin y dieldrin) que resultaron muy persistentes. Por ello se desarrollaron fosfoésteres orgánicos como el paratión. La siguiente generación de pesticidas fueron los piretroides, mucho menos tóxicos y además fotosensibles, lo que favorece su degradación abiótica. Los ejemplos más recientes son los espinosoides (SpinosadTM) y las acilureas (HexoflumuronTM), que tienen un perfil más adecuado desde el punto de vista ambiental y toxicológico.

El HexoflumuronTM desarrollado por Dow y ganador de un premio EPA en 2000, es un agente de control de termitas, diseñado para sustituir al Clorpirifos pues es menos tóxico y sólo se debe aplicar cuando se detecta la actividad de estos organismos. Sin embargo, como se muestra en la figura 3, uno de sus metabolitos es persistente: los átomos de cloro en el anillo aromático, de flúor en la cadena alifática y la amina aromática del metabolito (b), nos dan una mayor toxicidad crónica en peces (valor crónico o CV) en medio acuático que el metabolito principal del compuesto no verde que sustituye (Boethling et al., 2007).


5. Reducir el uso de sustancias auxiliares

Se evitará, en lo posible, el uso de sustancias que no sean imprescindibles (solventes, reactivos para llevar a cabo separaciones, etc.) y en el caso de que se utilicen, que sean lo más inocuos posible.

Los disolventes son importantes como medio de reacción y en los procesos de purificación. Muchos de ellos presentan riesgos a la salud humana y al medio ambiente, en especial por su volatilidad. Por ello, una de las áreas más importantes de la química verde es la eliminación o reemplazo por disolventes no peligrosos que tengan un impacto ambiental limitado. Entre los disolventes tradicionales que cumplen con estas características se encuentran los siguientes: acetona, etanol, metanol, isopropanol, hexano, ácido acético y acetato de etilo (Doxsee y Hutchison, 2005). Sin embargo, se ha desarrollado reacciones que se llevan a cabo sin disolventes, y también disolventes alternativos como los siguientes:

• agua

• líquidos iónicos

• sistemas bifásicos basados en compuestos fluorados

• fluidos supercríticos, como el CO2

• disolventes biodegradables

• bio-solventes

Reacciones en solución acuosa

A pesar de su evidente bajo impacto ambiental, el agua no se ha utilizado con frecuencia en la síntesis orgánica ya que muchos reactivos no son solubles en ella. Sin embargo, hay muchas propuestas para su utilización, como las siguientes


Líquidos iónicos

Los líquidos iónicos (ILs) son sales cuyo punto de fusión es bajo, por lo que son líquidos a temperatura ambiente. Se diseñan con cationes orgánicos grandes, como anillos imidazolio y piridinio, con cadenas N,N'-alquilo que modifican la hidrofobicidad de la molécula. Los aniones comunes son hexafluorofosfato (PF6–), tetrafluoroborato (BF4–), cloruro (Cl–), nitrato (NO3–) y bromuro (Br–), entre otros. Algunos ejemplos son los siguientes (figura 4):


Sus propiedades, tales como su buena solubilidad (para un rango amplio de compuestos orgánicos, inorgánicos y organometálicos y también gases), estabilidad térmica, no volatilidad y no inflamabilidad en condiciones de operación diversas, los hace versátiles y son sustitutos adecuados a los solventes orgánicos comunes. Los líquidos iónicos utilizados como medio de reacción son más selectivos, permiten rendimientos de reacción más altos y pueden reusarse, lo que permite clasificarlos como solventes verdes. Variando los cationes y aniones de su estructura, se pueden diseñar ILs con las características de solvatación adecuadas para procesos específicos, incluyendo electrolitos en baterías, catálisis por metales de transición, solventes en extracciones líquido-líquido y muchos tipos de reacciones orgánicas e inorgánicas, desde hidrogenaciones catalíticas e hidroformilaciones, hasta reacciones Friedel-Crafts y Diles-Alder.

Conforme se hace la transición de curiosidades académicas a productos comerciales, su impacto ambiental es un tema que se está estudiando ya que la afirmación de que los ILs son verdes ha resultado controvertida. Aunque no presentan riesgo a la calidad del aire, su impacto en agua y suelo sí es una preocupación mientras no se tengan datos de su ecotoxicidad y capacidad de biodegradación (Ranke et al., 2007).

Los ILs más comunes, como [bmim][BF4] y [bmim][PF6], muestran una biodegradabilidad mínima. Sin embargo, se ha confirmado que la presencia de un enlace éster en la cadena alquilo aumenta la biodegradabilidad, igual que el anión alquil sulfato, en especial el octilo. La degradación observada es consistente con el ataque a la parte de la molécula que proviene de un alcohol, además de que el ión octilsulfato es muy biodegradable. El anillo imidazol es resistente al ataque biológico debido a la sustitución de ambos átomos de nitrógeno del anillo (Morrissey et al., 2009; Ardan et al., 2009).

Docherty y Kulpa (2005) y Ranke et al. (2007) han obtenido datos sobre la degradación biótica y abiótica, la bioacumulación y la actividad biológica, y concluyen que la variabilidad en las estructuras no permite aún una conclusión respecto a su toxicidad y ecotoxicidad. Sin embargo, se sabe que la toxicidad aumenta con la longitud de la cadena alquilo unida a los ILs basados en anillos imidazolio y piridinio, lo que se puede explicarse por su carácter lipofílico creciente y su posibilidad de provocar la disrupción de la membrana celular (necrosis polar).

Sistemas bifásicos basados en compuestos fluorados o fluorosos

El término solvente fluoroso es análogo al término acuoso, y enfatiza el hecho de que una de las fases de un sistema bifásico es más abundante en fluorocarbonos que la otra. Un sistema fluoroso consiste de una fase fluorosa conteniendo un reactivo o catalizador fluoroso y una segunda fase donde se encuentra el producto y que puede ser cualquier solvente orgánico o inorgánico con limitada solubilidad en la fase fluorosa (Hobbs y Thomas, 2007).

Los reactivos y catalizadores pueden hacerse solubles en una fase fluorosa agregando cadenas alquilo lineales o ramificadas perfluoradas con un número de carbonos alto. Una reacción bifásica fluorosa puede proceder en la fase fluorosa o en la interfase, dependiendo de la solubilidad de las sustancias en la fase fluorosa. Una de las características interesantes de estos sistemas es que su miscibilidad en solventes orgánicos es dependiente de la temperatura. Así, en una mezcla que contiene una fase orgánica y otra fluorosa, la reacción catalítica homogénea se lleva a cabo a alta temperatura y la separación bifásica del catalizador y el producto se lleva a cabo a baja temperatura. Esta metodología ha demostrado tener un buen potencial para convertirse en una plataforma tecnológica para aplicaciones de Química Verde. Se han utilizado para la síntesis de moléculas pequeñas en gran escala, separación de biomoléculas, preparación de nanomateriales, catálisis enzimática, etc.

A continuación se muestran reacciones de hidroformilación (11) (Curran, 2000) y transesterificación (12) utilizando esta metodología:


Los solventes fluorosos tienen propiedades toxicológicas discutibles, aun cuando se han desarrollado perfluorocarbonos cíclicos como sustitutos de sangre pues no son tóxicos, tienen alta estabilidad y capacidad de disolver oxígeno y dióxido de carbono. Sin embargo, muchos son persistentes y a los de bajo punto de ebullición se les ha responsabilizado por la destrucción de la capa de ozono y el calentamiento global.

Para enfrentar estas críticas, se ha reducido significativamente la cantidad de flúor en las moléculas con el desarrollo conocido como "química fluorosa ligera" en donde las cadenas agregadas como marcadores son C8F17 o C6F13. La extracción fluorosa en fase sólida utilizando sílica gel modificada con cadenas C8F17 es una forma de separar compuestos fluorosos ligeros. Estas adaptaciones eliminan el uso de solventes fluorosos en el medio de reacción y en los pasos de separación, y se llevan a cabo en solventes comunes (Zhang, 2009).

6. Disminuir el consumo energético

Los requerimientos energéticos serán catalogados por su impacto medioambiental y económico, reduciéndose todo lo posible.

El desarrollo de métodos que cumplan con este principio ha llevado al desarrollo de metodologías que permiten el calentamiento del medio de reacción en muy poco tiempo a través del uso de microondas, infrarrojo y ultrasonido. Por ejemplo, la reacción de Suzuki (13) (Kabalka et al., 2000) requiere sólo dos minutos con radiación microondas y es también una reacción sin solvente:


La reacción de Mannich (14) (Bruckmann et al., 2008) se lleva a cabo con irradiación ultrasonido en 1 h. Si se utilizan las condiciones comunes, la reacción requiere 24 horas.


7. Utilización de materias primas renovables

Las materias primas han de ser preferiblemente renovables en vez de agotables, siempre que sean técnica y económicamente viables.

Conversión de la biomasa

El uso de biomasa como fuente de energía es un área de gran desarrollo actualmente, en especial para la obtención de combustibles para la transportación. El etanol se ha utilizado por algún tiempo mezclado con combustibles convencionales (Petrus y Noordermeer, 2006). Sin embargo, al considerar el contenido de energía de los diferentes productos presentes en la biomasa, los terpenos encabezan la lista, seguidos de los aceites vegetales, la lignina y los azúcares. Ya que la producción de terpenos es muy baja para alcanzar los requerimientos de los biocombustibles, no es sorprendente que la mayor atención se ha enfocado en los aceites vegetales, a partir de los cuales se ha desarrollado la síntesis y uso del biodiésel. También esta materia prima tiene sus limitaciones, por lo que el desarrollo de la producción a gran escala se encuentra en la lignocelulosa. Si la lignocelulosa se utiliza como materia prima para generar biocombustibles, los azúcares, terpenos aceites vegetales, más valiosos pueden emplearse para la síntesis productos de mayor valor agregado.

La transformación de la plataforma petroquímica actual por una plataforma biotecnológica basada en el aprovechamiento de la biomasa puede estar enfocada a reemplazar los productos directamente derivados del petróleo o a utilizar los grupos funcionales de los componentes de la biomasa para desarrollar productos nuevos con mejores propiedades y nuevas aplicaciones.

La naturaleza produce la mayor parte de las 170 × 109 toneladas de biomasa cada año por el proceso de fotosíntesis, 75% de las cuales pueden asignarse a carbohidratos. Los humanos sólo aprovechamos el 3-4% como alimento o para procesos no alimenticios. Dos tipos de azúcares están presentes en la biomasa: las hexosas, entre las cuales la glucosa es la más abundante, y las pentosas, en especial la xilosa. Hay dos maneras de transformar los azúcares a bioproductos: los proceso químicos y los fermentativos (Clark et al., 2006b; Corma et al., 2007; Gallezot, 2007).

La fermentación de la glucosa produce varios compuestos que pueden utilizarse como materia prima de productos químicos útiles en la industria, como los ácidos láctico, succínico, itacónico, glutámico y 3-hidroxipropiónico. Sólo como ejemplo, a continuación se muestran algunos derivados útiles del ácido láctico (figura 5):



En cuanto a las transformaciones químicas, los monosacáridos pueden deshidratarse, reducirse u oxidarse para generar productos útiles, por ejemplo:



En cuanto a los triglicéridos, las transformaciones posibles son muy variadas. La hidrólisis genera ácidos grasos, a partir de los cuales se produce el biodiésel por transesterificación, pero también dioles y ácidos dicarboxílicos utilizados como estabilizadores y plastificadores, entre otros. Por otro lado, el glicerol, es el compuesto base de una gran cantidad de productos, entre otros (Behr et al., 2008):


A partir de estos productos se pueden obtener solventes, polímeros, resinas, aditivos, etc.

8. Evitar la derivatización innecesaria

Se evitará en lo posible la formación de derivados (grupos de bloqueo, de protección/desprotección, modificación temporal de procesos físicos/químicos).

Un ejemplo es la siguiente reacción, que evita la formación del cloruro de ácido como intermediario para la síntesis de la amida:


La siguiente reacción es una modificación de la reacción de Grignard, que no requiere la protección del alcohol:


9. Potenciación de la catálisis

Se emplearán catalizadores (lo más selectivos), reutilizables en lo posible, en lugar de reactivos estequiométricos.

Entre los catalizadores más útiles empleados por la química verde se encuentran las enzimas, que: a) tienen una muy alta selectividad, lo que reduce los desechos generados; b) pueden actuar en compuestos específicos aunque estén en una mezcla, lo que reduce el requerimientos de separaciones cromatográficas o de otro tipo, y c) requieren condiciones suaves de reacción en comparación con métodos sintéticos tradicionales, lo que también disminuye los requerimientos energéticos. El área de la biocatálisis en medios no acuosos se ha extendido mucho, por ejemplo, utilizando líquidos iónicos, CO2 supercrítico y solventes fluorosos. Entre las enzimas más versátiles utilizadas para la síntesis orgánica se encuentran la α-quimotripsina y lipasas para reacciones de transesterificación (20) (Nara et al., 2002) y resolución de modificaciones racémicas, y las lacasas para reacciones redox (19) (Riva, 2006).


Como ejemplo de otro tipo de catalizadores se encuentra el activador de H2O2, el Fe-TAML, que permite la oxidación de contaminantes recalcitrantes en medio acuoso para obtener una variedad de sustratos aceptables desde el punto de vista ambiental. Se ha demostrado su utilidad en compuestos persistentes, como pesticidas y compuestos farmacéuticos que tienen la característica de ser bioactivos y por ello tóxicos para los microorganismos y potenciales disruptores endócrinos en los humanos, otros mamíferos, peces y anfibios (Khetan y Collins, 2007; Shappell et al., 2008).

El Fe-TAML tiene la siguiente estructura, que resultó de un diseño desarrollado a partir del grupo heme de oxidoreductasas (Collins y Walter, 2006) (figura 7):


10. Generar productos biodegradables

Los productos químicos se diseñarán de tal manera que al finalizar su función no persistan en el medio ambiente sino que se transformen en productos de degradación inocuos.

Una aplicación de este principio es el desarrollo de polímeros biodegradables que están diseñados para sustituir a los plásticos tradicionales, que son persistentes en el medio ambiente. Se sintetizan a partir de biomoléculas abundantes en la naturaleza, unidas por enlaces que pueden ser hidrolizados por los sistemas enzimáticos de los microorganismos presentes en el suelo.

El ácido poliláctico y el poliaspártico son ejemplos de este tipo de plásticos y se muestran a continuación:


La síntesis del ácido poliláctico a partir de ácido láctico directamente y con un catalizador de estaño, permite un mejor control del peso molecular y mereció el premio de la EPA para la compañía Cargill Dow LLC (ahora NatureWorks LLC) en 2002. Se utiliza para fibras y materiales de empaque.

En cuanto al ácido poliaspártico, puede sustituir al poliacrilato y usarse como dispersante, antiincrustante o superabsorbente. Fue desarrollado por la empresa Donlar Corporation, por la que recibió el premio EPA en 1996.

11. Desarrollar metodologías analíticas para la monitorización en tiempo real

Las metodologías analíticas serán desarrolladas para permitir el monitoreo y control en tiempo real de los procesos, previo a la formación de productos secundarios.

La meta de la Química Analítica para la Química Verde es utilizar procedimientos analíticos que generen desechos menos peligrosos y que sean benignos al medio ambiente sin afectar la generación de resultados con rapidez, eficiencia y eficacia. Esto puede lograrse desarrollando nuevos métodos analíticos o modificando los viejos para incorporar procedimientos que permitan lograr las metas.

Un ejemplo son los detectores de "huellas dactilares" de iones (ion footprint detector), que no requiere extraer la sustancias de una mezcla por su análisis; es decir, no es necesario evitar las interferencias, lo que reduce en un 90% el disolvente para la cromatografía GC/MS y 50% para el análisis LC/MS.

12. Minimizar el potencial de accidentes químicos

Se elegirán las sustancias empleadas en los procesos químicos de forma que se minimice el riesgo de accidentes químicos, incluidas las emanaciones, explosiones e incendios.

Para atender este principio, se pueden utilizar sólidos en vez de líquidos o sustancias de baja presión de vapor en lugar de líquidos volátiles o gases que están asociados con la mayoría de los accidentes químicos.

Conclusión

La Química Verde presenta una nueva filosofía y establece estándares altos para llevar a cabo la investigación y producción de sustancias y procesos químicos, maximizando sus beneficios y minimizando los efectos secundarios que pueden ser dañinos al ser humano y al medio ambiente. A pesar de los éxitos alcanzados durante los últimos 15 años, la disciplina está en sus inicios y aún quedan muchos retos que deben enfrentarse en laboratorios de investigación y desarrollo de institutos, universidades e industrias, por lo que los químicos deben poner en juego sus conocimientos y creatividad.

En cuanto al aspecto docente, es interesante la propuesta del Dr. Cann (1999) de llevar a la clase de Química Orgánica o Química Ambiental las propuestas ganadoras del Programa Presidencial de Premios a los Retos de la Química Verde a través de seminarios o proyectos, ya que constituyen ejemplos de síntesis química y procesos industriales en la frontera del conocimiento actual

UNA NUEVA CIENCIA NACE


Cada producto que usted toca, desde la crema dental con la que se lava los dientes hasta los polvos con los que se maquilla o el celular que manipula diariamente, está hecho de numerosos químicos. Pero, cuando los compra, ¿sabe si tienen un impacto positivo o negativo en su salud y el medioambiente? Tal vez no.

Hay algunos productos químicos como los ftalatos en los juguetes de plástico, el bisfenol-A en las botellas de agua, el litio o el níquel en algunas baterías, el asbesto con el que se fabrican las tejas de las casas, la dioxina y el rayón que se usan para blanquear las fibras de los tampones o incluso glifosato en algunas toallas higiénicas que podrían abrir una discusión más profunda, polémica, sobre lo que estamos usando día a día.
La economía verde quiere cambiar eso. Se trata de una ciencia que propende por tomar decisiones inteligentes desde el principio sobre los productos químicos que se están creando. Eliminar el uso de materiales peligrosos desde la etapa de diseño, sin que el producto final deje de ser competitivo en el mercado.

EL TIEMPO habló con John Warner, químico de la Universidad de Massachusetts y Ph. D. en Química Orgánica de la Universidad de Princeton, quien ha registrado más de 70 patentes. Considerado como uno de los padres de la química verde, junto a su colega Paul Anastas, con quien escribió el libro Green Chemistry: Theory and Practice hace 20 años, en el que abordaron por primera vez el tema, estuvo en Bogotá invitado por la Universidad EAN, el primer centro educativo de América Latina en firmar el Pacto de Química Verde, con el que se comprometen a enseñar a sus estudiantes los principios para


 crear elementos que ayuden al bienestar del medioambiente y la salud humana.

¿Qué es química verde y cómo se aplica a la realidad?

Yo lo explico así: a veces oyes sobre labiales que causan cáncer o algunos componentes que podrían causar defectos de nacimiento, o polímeros y plásticos que van a los océanos y se acumulan en grandes islas. Son cosas terribles ¿verdad? Pero ¿por qué un químico inventaría algo que es tan terrible? Y aquí está el choque: porque para obtener un título en química, y para esto puedes revisar en internet los programas académicos, ninguna universidad del mundo ofrece algún tipo de entrenamiento sobre qué es lo que hace a las moléculas tóxicas.

Esta no es una batalla entre lo bueno y lo malo, ni entre la industria y los ambientalistas, pero por alguna extraña razón el campo de la química ha evolucionado sin tener en cuenta qué es lo que hace a las moléculas tan peligrosas. La química verde, entonces, es la ciencia que le sumas a la química tradicional para poder predecir si lo que vas a crear podría ser peligroso o no.

Lo que está ocurriendo ahora es que los jóvenes científicos, muy inteligentes, van a trabajar a las grandes multinacionales, e inventan nuevas tecnologías asombrosas; la compañía se emociona y gasta mucho dinero en desarrollarla, pero después descubren que crearon materiales y productos con impactos negativos en la salud y el medioambiente.

¿La culpa es de las universidades o de las industrias?
A pesar de que la mayoría de industrias y compañías abrazan la química verde, las universidades no han cambiado la forma de enseñar química durante las últimas décadas. Algunas personas creen que las universidades son las que están haciendo química verde, pero las compañías se resisten a usarla, cuando la realidad es lo opuesto: las compañías quieren desarrollar productos verdes, pero no encuentran con quién hacerlo.

La gran mayoría de los químicos, ingenieros químicos y científicos de materiales (las personas que inventan, desarrollan y producen productos que utilizamos) no están capacitados en química verde, diseño sostenible o toxicología.

¿Entonces los productos tóxicos son responsabilidad de un sistema educativo que se resiste al cambio?

Sí. Si una compañía está desarrollando un producto, estas no están inventando la tecnología, la compran a quienes la crean. Quienes son capaces de inventar un nuevo material no están siendo parte de esta conversación y quienes forman a esos químicos no están enseñando a crear productos seguros.

Lo peor que le podría pasar a una universidad de Colombia es convertirse en una universidad como las de Estados Unidos. Y, desafortunadamente, muchas sueñan con eso, y esto me hace llorar. Nada ha cambiado en la forma en la que se enseña química desde los 80. No es una aversión a lo verde, sino una aversión al cambio.

Algunas personas creen que las universidades son las que están haciendo química verde, pero las compañías se resisten a usarla, cuando la realidad es lo opuesto

¿Dónde queda la competitividad en el mercado?

Las compañías invierten un montón de dinero intentando hacer que los productos sean seguros, pero la magia de la química verde es que, además, sean rentables como negocio. Si los científicos, los químicos, inventan productos que funcionan mejor que otros, tienen menor costo y, además, protegen el medioambiente y la salud, ¿cuál crees que comprarán? La verdadera sostenibilidad de un producto es independiente, incluso, de la política.

¿Usted cree que se ha dado una conversación seria y profunda sobre los químicos a los que estamos expuestos?

No creo que la sociedad sepa realmente a lo que está expuesta, y tampoco quiero que entre en pánico, especialmente si no hay ninguna alternativa a ese elemento. Es mejor inventarla y luego sí decirles que ya deben exigir otra cosa porque hay opciones mejores.

Cuando miras las compañías y sus políticas de sostenibilidad, casi todas hablan sobre reciclar, reutilizar, energías y tal vez materiales biodegradables. Pero nunca de toxicidad, porque si el CEO de la empresa un día se levanta y dice ‘los productos que yo vendo son tóxicos y estamos intentando que lo sean menos’ pues cada abogado del mundo le va a caer encima.

Muchas compañías, especialmente las de productos de belleza y farmacéuticas, pasan mucho tiempo probando y pensando en química verde, pero no hablan de ello porque puede generar terror en los consumidores. Sería increíble que en algún punto podamos tener una conversación sincera y segura sobre esto, sin estar expuestos a demandas.

Además porque el consumidor tiene el derecho a estar 100 % informado sobre lo que compra...

Así es. Estamos haciendo un trabajo terrible comunicándole al público lo que es realmente seguro o no. Lo único que hemos hecho es decir que ‘hay algunos ingredientes malos que no deberían usarse’, una especie de lista, pero eso no significa que sea seguro. Deberíamos hablar de la toxicidad de todo el producto como tal.

Al ser el segundo país más biodiverso del planeta, ¿qué potencial ve en Colombia para producir nuevos compuestos químicos?

Las posibilidades de crear nuevas moléculas y elementos son enormes, y tenemos que hacerlo respetando la naturaleza. Lo más difícil de estos procesos son las personas ‘expertas’ que dicen ‘esta es la manera, la única, en la que hay que hacerlo y como siempre se ha hecho’, ese es el principal impedimento del progreso.
La diversidad de los humanos y la manera en que se buscan soluciones desde distintas perspectivas no es que ayude a encontrar mejores soluciones, sino es la esencia. Necesitamos cambiar la manera como entendemos y enseñamos la química: con responsabilidad.

Uno de los elementos más controversiales por sus impactos ambientales es el plástico, ¿está buscando alguna alternativa?

Sí, estoy trabajando mucho en esto. Sesenta años atrás, cuando se inventó el plástico, se quería que durara por siempre y el mundo cambió de una manera muy positiva. El plástico revolucionó la sociedad con múltiples ventajas, pero no anticipamos el problema que ahora tenemos.

La pregunta es ¿cuán rápido queremos que se degrade este plástico? Yo creo que va a tomar años, tal vez unos 40, pero soy muy optimista porque hay muchas personas que estamos trabajando en una alternativa.

ESPECIALIZACIONES EN QUIMICA VERDE

Los estudios de posgrado en química sostenible en España "Los químicos tienen como responsabilidad profesional servir al interés públic...